inundación

Nos merecemos un viajecito. Ha sido mucho tiempo ahorrando para poder tener la casa, solo un par de días en algún lugar apartado de todo.

Y parecía buena idea; al menos antes de que el agua nos llegara por la barbilla y empezáramos a preguntarnos cuánto aguantará este maldito poste o, en caso de tener que aligerar peso, quién será el primero en soltarse o en que lo suelten.

Y no, no había manera de preverlo; ni siquiera la gente de aquí lo esperaba. Al menos no pensaban que fuera a ser para tanto. La cuenca de esta zona apenas lleva la mitad de su capacidad en temporadas de lluvia; pero hoy ha tocado una de esas tormentas que guerrea desde bien arriba; una tromba de agua coronada de rayos y truenos que arroya desde su inicio y recoge de todas esas zonas que hemos ido convirtiendo en semiáridas a lo largo de los años, hasta crear unas pistas de lanzamiento que multiplican el caudal con cada nuevo desagüe y acaba generando un torrente salvaje que lo arrasa todo.

Ahora, con el agua hasta el cuello, nos hacemos una idea. Pero no es momento de darle vueltas; hay que sobrevivir. La Tormenta calla solo para volver con la misma fuerza un tiempo después, el suelo está anegado y cualquier lluvia no hace sino empeorar la situación.

Por debajo del agua fangosa hay de todo, y casi todo roto. Cuando arrecia la lluvia y arranca el agua furiosa, el torrente mueve las piezas de abajo que rompen piernas o te agarran y atrapan hasta que algo te golpee o el agua te cubra por completo.

Diría que lo peor ya ha pasado, pero no me atrevo a afirmar nada. El temporal lleva demasiado tiempo jugando con nosotros. Estamos cansados de esperar y aquí no viene nadie. Los de tres casas más abajo han conseguido salir y ya no se les ve, me da que han decidido irse. Pero hay muchos en los tejados o agarrados donde pueden. Más allá veo a un pequeño grupo que parece haber reunido algo con un mínimo de flotabilidad, espero que decidan ir a por los que andamos colgados de cualquier absurdo asidero a unos cuantos metros del suelo. 

*** 

Hoy llueve por aquí y esta es la idea de partida que me ha venido a la cabeza. Da igual el sistema o la ambientación, todo el mundo se ahoga y en cualquier sitio llueve (hasta en Arrakis); aunque hoy en día y en esta dimensión, es el espacio-tiempo idóneo para cauces descontrolados e inundaciones, sencillamente porque lo hemos puesto a huevo.

El punto clave de esta aventura es gestionar bien los diferentes tempos o etapas del desastre:

- Introducción: como en las buenas pelis de desastres se empieza llegando al lugar (o empezando el día si es que se es lugareño) y pasando un buen rato, incluso puedes plantear algún indicio o subtrama, para que parezca que la partida irá por otro lado.

-Desastre inicial: cuando tengas a todo el mundo feliz y disfrutando de la vida (si es de relax déjales que se lo pasen bien) o investigando ese asunto que promete, entonces comienza la tormenta que en poco se convierte en aguacero y, cuando comiencen a preocuparse llega el torrente desbordado con la fuerza que ha ido cogiendo durante todo el recorrido de la montaña. Esta fase ha de ser intensa, siempre colgando de un hilo y, o bien traes más fichas de forma que caigan los personajes con cualquier decisión  errónea, o bien sitúas las consecuencias del desastre en personajes no jugadores; el caso es que vean el riesgo a su alrededor conforme el nivel de agua va subiendo.

-Inundación: el primer ojo del huracán les pilla con el agua hasta el cuello. Cada uno estará donde haya podido ponerse a salvo durante la inmediatez del peligro. Ahora es momento de ver qué se tiene a mano, analizar las distintas posibilidades, intentar contactar (o no) con otros y elaborar planes.

-Aguaceros intermitentes: cada vez que llueve supone la reactivación de la corriente, el aumento del nivel del agua y la transformación del terreno estratégico con el que cuentan los personajes. En este estadio del desastre los problemas vienen de la dificultad para realizar cualquier acción que puedan llevar a cabo los personajes y de la interacción entre los seres humanos. 

-Al final siempre sale el sol: toda tormenta tiene final. El cuándo depende del comportamiento y capacidad de los personajes (no es cuestión de alargar la agonía). Una partida corta conlleva un nivel alto de desastre y que se juegue casi todo en esa estapa. En cambio, partidas más largas pueden ahondar en la situación de abandono, el aislamiento, la impotència, el cansancio, las heridas y, en casos extremos y de orografías especialmente agrestes: el hambre e "irónicamente" la sed.

Si quieres algo de inspiración: Lo imposible (2012) o El día de mañana (2004) son buenos ejemplos. Pero para ver la atmósfera La senda de los elefantes (1954)" (no hay agua pero muestra bien el inicio de otra subtrama, los tiempos y la sensación de peligro y angustia) o La aventura del poseidón (1972) (para esos momentos subacuáticos de lo más relajaditos) pueden ser buenas opciones.

Ahora el testigo es tuyo, te dejo que parece que va a llover de nuevo…

Solo por si acaso; tienes una canoa en el trastero. 


Buena partida y, tranquil@, los dados son 100% waterproof.

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